Abre los ojos y sabe que hoy va a ser un gran día.
Todo está preparado para la catarsis social. Ella sabe que no es más que una pequeña
pieza del efecto mariposa, de fichas de dominó que generan olas de cambio en
las conciencias y en la realidad.
Desde el covid-19 ya nada ha sido igual, pero no
por la crisis económica ni por la sanitaria que se han superado, si no por el
cambio en las conciencias del mundo. La humanidad ha despertado, ha saltado del
pozo en el que se había hundido sin ser consciente. Se hablaba de la tercera
guerra mundial pero lo más importante es que fue el inicio de la primera
conciencia global.
Dos cuestiones que la historia y el sistema de
explotación global habían camuflado han saltado a la luz. En primer lugar, el
absurdo de las fronteras. Pero no solo de las fronteras políticas, si no también
de las sociales, de las económicas e incluso de las genéricas o generacionales.
Ante el virus todas y todos somos iguales y nos hemos de unir y ayudar porque
nos necesitamos. Y esa es una circunstancia que el capitalismo había conseguido
enmascarar y convertir en egoísmo ridículo y vacío.
En segundo lugar, la fe en que las cosas no
cambian, la ilusión de que podemos seguir siempre igual. Se ha evidenciado que
las cosas no solo pueden cambiar, si no que de hecho, cambian aunque no lo
queramos admitir y que nos tenemos que subir al cambio y orientarlo para que no
nos lleve a la autodestrucción.
A partir de entonces, Nira y muchas otras personas supieron
que el mundo era suyo y no iban a tolerar que unos pocos inconscientes acumulasen recursos sin sentido y generasen desigualdades para mantener su posición de
privilegio. Aprendieron también que ya no era necesario utilizar la violencia,
en la que siempre ganan los que tienen las armas.
Aprendieron que han de actuar dejando de consumir
productos que exploten a las personas o a la naturaleza en general porque
estarían pagando por su propia esclavitud e intoxicación. También tienen claro
que no deben tolerar ni el menor atisbo de desprecio por las personas o por la
naturaleza por parte de ninguna persona responsable de la gestión pública, en
especial de los políticos.
Se levanta de la cama mira hacia la ventana y
observa cómo el sol se cuela entre las cortinas y da vida a su preciado bonsái
de arce rojo. Se pone sus vaqueros, su camiseta de Acción Sin Fin y la sudadera
de Mano Negra que le había regalado su padre. No tiene tiempo de desayunar así
que se hace un café rápido y se lo toma de un par de tragos.
Hoy va a ser un día grandioso, todo está preparado
para que los pueblos de Palestina e Israel firmen un acuerdo de colaboración y
redistribución de riquezas sin fronteras ni rencillas. Algo que parecía
absolutamente imposible hace cinco años, pero que las personas, sin intereses
políticos ni económicos interfiriendo, han conseguido hacer realidad. Es uno de
los grandes logros de la Revolución de la Conciencia Humana Global, pero no la
única ni la última. Acción Sin Fin, y las personas en su mayoría, saben que si se
deja de conducir el cambio la minoría egoreptil lo pervierte hacia su miedo y
vuelve a convertir a la humanidad en una plaga y al ser humano en una especie autodestructiva.
Se sube a su bicicleta y se dirige al Centro de Encuentros Neutrales donde la esperan…
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